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El país anumérico.

El matemático John Allen Paulos escribió hace unos años uno de esos pocos libros con los que merece la pena pasar un rato: El hombre anumérico. El hombre anumérico tropieza con números —un millón de euros, cincuenta mil desplazados, tres millones de parados, 34 asesinatos— pero brinca sobre las cifras y se limita a sacar la cartera o a dar un amén borreguil al primero que se las interprete.

El hombre anumérico no es un hombre inculto: los cánones de la cultura los dictaron otros de su estirpe y las artes fueron numeradas (las seis primeras, al menos) antes de conocerse, siquiera, el cero. Pero se aplauden, incluso, sus excusas inexcusables. Es un hombre víctima de los telediarios. De él se ocupa John Allen Paulos.

Yo quiero hablar del país anumérico, del rebaño con himno, constitución y bandera, de hombres anuméricos. Del que, suma de víctima de telediarios, es frontón de la pelota de la razón y verdugo del progreso. Perlas del papanatismo numérico patrio son:
  • Que el presupuesto militar español de defensa dividido por el precio medio de un kilómetro de autovía llegue de Barcelona a Cádiz (subrayo: ¡cada año!) y nadie se escandalice.
  • Que EE.UU. haya donado 350 millones de d'olares para las víctimas del maremoto en Asia, que eso salga en cosa de 60 céntimos de euro por gringo y que la gente crea que es mucho y no poco.
  • Que haya diez veces más soldados gringos en Irak que ayudando a dichas víctimas (unos 150.000 contra 16.000) y que nadie considere un insulto para su inteligencia que se diga que con eso los EE.UU. pretenden lavar su imagen.
  • Que una constructora pueda hacerse dueña del segundo mayor banco de España comprando el 3% de sus acciones y nadie lo encuentre incongruente.
  • Que todavía se hable de ETA.
  • Que se hable del plan Ibarretxe todos los días y del desempleo sólo una vez al mes.

En fin, una lista que iré actualizando conforme se me aviven las dotes enumerativas y cuando no me urja tanto el abrir en IDE de Python.

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